lunes, 16 de noviembre de 2015

NO a la Ley de Talión

Sé que alguna personas leerán este escrito, pero sé que muy pocas compartirán el mensaje. También sé que en nombre de la libertad todo pueblo tiene el derecho a defenderse y que es difícil tener en cuenta las súplicas de quienes creemos en una manera distinta de luchar contra el mal: “…vence el mal con el bien”. Rom 12:21.

Quizá llegó el momento de aprender a luchar contra el mal haciendo el bien, en las bases, desde adentro, desde nuestro interior, desde donde nacen el odio y el resentimiento, la ira y la venganza, el orgullo y la hipocresía, el miedo y la discriminación. Es ahí donde nace todo mal capaz de sembrar el terror, pero también es ahí, si vencemos con el bien, donde puede renacer la verdadera libertad: liberté, égalité, fraternité.

Una libertad bien entendida como libertad de pensamiento mas que de expresión; libertad de cultura mas que de religión; libertad de decidir mas que de elegir. Una libertad que sea mucho más que decirle a otro qué está bien o qué está mal. Sin duda, una libertad que sea mucho más que democratizar.

Una igualdad que sea capaz de reconocer antes que entender y de aceptar antes que tolerar y de compartir antes que exigir. Una igualdad capaz de valorar a los demás con los mismos derechos y las mismas responsabilidades y que aúne la condición humana por encima de ideologías políticas, religiosas o raciales.  

Una fraternidad local que inspire a la global siendo recíproca y diversa; con valores como el respeto, la empatía, la justicia y la paz. Una fraternidad que derive en un camino lleno de oportunidades y que genere confianza y bienestar.

Seguir pensando que, por lo ocurrido hace 3 días en París como hace 14 años en Nueva York, la libertad puede legitimarte para alzar las armas y responder al terror con más terror, como la Ley de Talión, es, pues, una libertad coercitiva y otra paradoja de la vida sin resolver.


German D. Ricaurte García
Panadero de la Vida